Está corriendo a través de la redes sociales (nuestra página incluida) un video reportaje donde un compañero denuncia el uso de drogas en el sector del transporte, y para colmo aparece un guardia civil corroborando que «existen algunos casos».
No pretendemos negar la verdad, pero nos parece lamentable que esa sea la imagen que se da del sector a través de los medios de comunicación. Creemos que el abuso de drogas no es un problema significativo que defina la problemática de nuestro sector.
El uso de drogas es una lacra que por desgracia afecta a todos los sectores de nuestra sociedad, pero en ningún caso estamos dispuestos a admitir que se relacione a los conductores con el uso de «estimulantes» por culpa de unos pocos irresponsables con problemas de adicción.
Por otro lado, nos preocupa mucho la respuesta del responsable de comunicación de CETM en el reportaje, asegurando que los empresarios llevan mucho tiempo reclamando que se les permita legalmente realizar controles obligatorios a los trabajadores, suplantando así la competencia de las autoridades públicas que deben garantizar en todo momento la imparcialidad y la transparencia de estos procedimientos.
Harían mejor los empresarios del transporte en buscar trazas de «farlopa» en los baños de sus sedes administrativas y en las carteras de sus directivos, en lugar de hacerlo en las cabinas de los camiones, quizás así entenderíamos mejor los abusos laborales a los que someten a sus conductores, no en vano, la explotación laboral es muy rentable, el consumo de cocaína no es precisamente barato y no está al alcance de los salarios bajos que suelen cobrar los conductores.
Los conductores más veteranos todavía recuerdan (y callan) los nombres de las empresas que presumían de tener conductores que realizaban más de 25000 km al mes, cuando los portes eran más caros y la rentabilidad estaba asegurada a pesar de las multas, los gastos adicionales en casas de luces de colores y el precio de la «harina» que tan alegremente compartían con sus conductores «estrella». Fueron otros tiempos y para bien o para mal, ya pasaron, dejando muchos billetes en las cuentas de resultados y algún que otro cadáver en la carretera. Por aquél entonces, los empresarios no pedían controles de drogas para sus conductores, sabían perfectamente quién necesitaba «estímulos» y quien no.
En cualquier caso, el problema del transporte no está en el uso de drogas, está en la imposición de jornadas diarias interminables de hasta 15 horas, jornadas semanales de más de 50 y 60 horas de trabajo efectivo (entre conducción y otros trabajos), en los excesos de jornada anuales que superan con creces lo estipulado en los convenios colectivos y en la represión brutal y hostil sobre aquellos trabajadores que individualmente o a través del sindicalismo activo reclaman que se respeten sus derechos.
Si la CETM pretende mejorar la imagen del sector del transporte, deberían dejar de intentar criminalizar a los conductores con controles sin garantías y centrarse en convencer a sus asociados para que cumplan definitivamente con la legalidad vigente y con los pactos colectivos que buscan la mejora de las condiciones sociales y económicas de los trabajadores del transporte y la dignificación de la profesión.