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Muy bueno el alegato pero permítame que le corrija. Lukasz, camionero polaco y héroe

JOSÉ ÁNGEL GONZÁLEZ

Héroes en nuestro oficio tenemos muchos y muchos también nacionales que no os acordáis de ellos en los medios generalistas hasta que os vienen dados en comunicados de prensa extranjeros, sinónimo a vuestro parecer de buenos. Ahora os hacéis eco de este indudable héroe, pero del que un erchaina mató a sangre fría hace ya más de un año ya casi nadie se acuerda. Así como otros que a diario salvan vidas de conductores irresponsables que no se lo merecen.

En general me ha gustado el artículo pero para añadir realidad a los hechos, me gustaría puntualizar algunas cosas que me molesta que la gente que no entiende de nuestro oficio de camioneros, no sabe o le parecen irrelevantes para comentar el asunto que les ocupa y, por lo general y sumando muchos de estes factores se puede llegar a entender el porqué de muchas cosas, como de accidentes y demás.

Este es el artículo:

En la cultura asfáltica, los últimos nómadas son los camioneros. También pueden ser considerados los nuevos galeotes, manejando grandes tonelajes bajo banderas de conveniencia. Cowboys estonios, kazajos, ucranianos, bielorrusos o polacos en las cabinas que arrastran megatrailers de casi 15 metros (sin casi, son 16,60 m) de largo y atraviesan la cortés noche europea para que los niños beban zumo de naranja (la descortés más bien diría yo por las múltiples vidas que se lleva por delante de camioneros explotados y obligados a descargar y cargar y esperar alerta todo el día y que caemos como moscas en las noches por aprovechar la ley de horas de conducción y descanso que nos regula). En el cubículo de tres metros cuadrados escuchan canciones sobre los héroes arenosos de Springsteen, hablan por onda corta (la CB son 27 MHz, con respeto a la del WiFi que son 2,4 GHz sería onda larga) con los colegas, se cambian el chándal sudado por otro menos sudado y a seguir ruta… Si son ingleses o alemanes, cada vez menos porque casi todos se han jubilado, pueden llegar a 2.300 euros al mes (seguramente más, no se de que estadística saca eso, quizás del sueldo neto, el que se lleva para casa sin descuentos). Si eres un nuevo jornalero, 800 y 12 horas al día (eso es ilegal, solo se pueden hacer 10 de conducción y solo dos días cada semana, la otras horas que no se cuantifican superan con creces esas 12 horas diarias de trabajo efectivo) quemando llanta. Lo tomas o lo dejas. Siempre lo tomas porque en Polonia el salario medio es ocho veces más bajo (no tanto, más bien son 400€ el salario mínimo).

A Lukasz Urban nadie podía discutirle los atributos para manejar el Scania-R de 450 caballos, cabina topline y, como los más bellos alazanes y el café, con la piel de la carrocería negra e irradiante. Acarreaba 25 toneladas de barras de acero que debía entragar a una de las filiales del grupo Thyssen-Krupp, cuyo nombre contiene algunas lecciones, no siempre honestas, de enriquecimiento cómplice con el mal.

Como el encargo culminaba en Berlín y Lukasz había llegado antes de tiempo, aprovecharía para comprar un regalo de Navidad para su esposa, Zuzanna, un nombre que solo necesita cuatro letras para merecer una balada de Springsteen. Quizá algo de picante levedad o descaro naíf: cualquier cosa con tal de sumar otra sonrisa en casa, en Roznowo, en la Pomerania Occidental que desde 1933 a 1945 fue nazi por la fuerza, y luego, tras ser liberada por los rusos con una segunda oleda de sangre polaca, entregada a Stalin y a la nueva Polonia comunista.

Para el camionero la historia se disolvía en la noche. Estaba en Berlín, debía esperar, entregar a la hora convenida, cargar otra vez lo que tocara, llevarlo a Dinamarca y entonces volver, a tiempo para Navidad, a Roznovo. Sus compañeros de trabajo le llamaban Inspector porque siempre cumplía tanto que rozaba la caricatura. Siempre listo, señor: 37 años, 120 kilos, 183 cm de altura y la fuerza de trabajo prototípica de los hombres de acero de la sufrida y católica tierra polaca.

La última foto muestra al Inspector en un gesto anormal como una premonición. El camionero sonríe por el kebab que acaba de pedir. Unos minutos después, antes de subir al camión, es encañonado con una pistola por un humanoide con brasas en la mirada. Poco más tarde, acuchillado y tiroteado en una dura refriega con el secuestrador, sentado y quizá casi cadáver en el asiento del copiloto, Lukasz es la primera víctima y el primer héroe de la carga mortal del Scania negro contra el mercadillo navideño. Reclaman que el camionero polaco sea condecorado por evitar una matanza peor, pero, y eso nunca se lo podrán adjudicar, él cambiaría toda medalla por una sonrisa de Zuzanna

Fuente: 20minutos

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