En el mundo de los payasos de hoy, las personas buscan medios efectivos para expresar sus creencias y luchar por las causas que aprecian. Si bien las protestas, el activismo en las redes sociales y el compromiso político son enfoques comunes, un arma menos conocida pero poderosa en la guerra cultural radica en nuestro poder adquisitivo. La capacidad de dar forma al comportamiento corporativo y la cultura a través de nuestras elecciones de consumidores puede tener un profundo impacto en la dirección que toma la sociedad. Nuestro poder adquisitivo tiene un profundo impacto y debemos comenzar a usarlo más. Ya no podemos admitir marcas que promuevan cosmovisiones que son diametralmente opuestas a la Verdad. Necesitamos continuar haciendo ejemplos de marcas que hacen estas cosas al negarse a comprar sus productos y servicios.
El escándalo de Bud Light: un estudio de caso
Un caso convincente que ilustra la influencia que los consumidores pueden ejercer es el escándalo de Bud Light. En un clima cada vez más polarizado, Bud Light enfrentó una reacción violenta severa después de publicar un anuncio controvertido al trabajar con un hombre que cree que es una mujer y poner su rostro en una lata de Bud Light. Esto obviamente ofendió a los consumidores conservadores sensibles. Impulsados por la frustración, los conservadores organizaron y lanzaron un boicot, negándose a comprar productos Bud Light. Funcionó.
El impacto fue significativo, ya que las ventas se desplomaron, dejando a la compañía en una situación extrema. Tres meses después la caída de las ventas continúa y Bud Light está en medio de la peor crisis de relaciones públicas del año. El episodio demostró la potencia de la acción colectiva, destacando cómo las elecciones de los consumidores pueden afectar directamente el resultado final y la reputación de una corporación. Podemos y debemos hacer esto con cada marca que se burla de Dios y promueve personas y valores que son antitéticos a nuestra cosmovisión bíblica.
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Andrew Torba
CEO, Gab.com