Una oportunidad de oro para reconstruir la cristiandad

Por Andrew Torba

La Biblia

El mundo está siendo testigo de una erosión rápida y sin precedentes de la confianza institucional en todos los estratos de la sociedad. Desde la política hasta los medios de comunicación, desde el mundo académico hasta la ciencia y desde la atención sanitaria hasta la tecnología, los cimientos de nuestras instituciones se están desmoronando. Esta pérdida generalizada de fe en nuestros sistemas establecidos no es sólo una crisis de confianza sino también una oportunidad única para que los cristianos reconstruyan la cristiandad.

Según el Barómetro de Confianza Edelman de 2023, la mayoría de los países encuestados (24 de 28) ahora “desconfían” de instituciones sociales como el gobierno, los medios de comunicación, las empresas y las ONG. Esto representa un aumento significativo de solo 16 países desconfiados en 2022.

Un estudio de Pew Research encontró que la confianza del público en el gobierno federal en los EE. UU. se mantiene cerca de mínimos históricos, y solo el 16% expresa confianza en que el gobierno hará lo correcto siempre o la mayor parte del tiempo.

Una encuesta de Gallup reveló que la confianza de los estadounidenses en los medios para informar las noticias de manera completa, precisa y justa se ha desplomado a sólo el 32%, frente al 68% en 1972.

El orden mundial secular de posguerra, alguna vez aclamado como el pináculo del progreso humano, ahora se está desmoronando, revelándose como un castillo de naipes construido sobre una base de mentiras. Este edificio en ruinas, caracterizado por la decadencia moral, la corrupción política y el vacío espiritual, es un crudo recordatorio de las debilidades inherentes del secularismo y la necesidad de regresar a una sociedad basada en principios bíblicos.

El orden mundial secular de posguerra surgió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las potencias aliadas victoriosas buscaron crear un nuevo sistema internacional que evitara la recurrencia del conflicto global. Este sistema se caracterizó por un compromiso con el secularismo, la democracia, los mercados libres y los derechos humanos, y estaba apuntalado por una serie de instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Los arquitectos de este nuevo orden mundial creían que eliminando la religión y la tradición de la esfera pública podrían crear una sociedad más justa y pacífica. Sin embargo, esta visión era fundamentalmente errónea, ya que ignoraba el papel esencial que desempeñan la religión y la tradición en la configuración de la identidad y los valores humanos.

El orden mundial secular de posguerra se construyó sobre un castillo de naipes, sostenido por una serie de mentiras que fueron propagadas por sus defensores. Estas mentiras incluyen:

La mentira de la neutralidad moral: el secularismo pretende ofrecer un marco moral que es neutral y universalmente aplicable. Sin embargo, este marco se basa en última instancia en un rechazo de las verdades morales objetivas, lo que conduce al relativismo moral y a la erosión de los valores morales tradicionales.

La mentira de la autonomía humana: el secularismo eleva al individuo por encima de todo, promoviendo una visión de la sociedad en la que el individuo es libre de definir su propia verdad y significado. Sin embargo, esta visión es, en última instancia, autodestructiva, ya que conduce a la fragmentación social, la decadencia moral y el colapso de la comunidad.

La mentira del cientificismo: el secularismo eleva la ciencia como la máxima autoridad en todos los asuntos, descartando las perspectivas religiosas y filosóficas como irrelevantes. Sin embargo, este cientificismo es, en última instancia, reduccionista y no tiene en cuenta las complejidades de la experiencia humana y la naturaleza trascendente de la realidad.

El orden mundial secular de posguerra se está desmoronando ahora, a medida que las mentiras que lo sustentan quedan al descubierto y las debilidades del secularismo se vuelven cada vez más evidentes. Este colapso se manifiesta de diversas formas, entre ellas:

El ascenso del populismo y el nacionalismo: A medida que la gente se desilusiona con los fracasos del secularismo, recurren cada vez más a movimientos políticos alternativos que prometen restaurar los valores tradicionales y la identidad nacional.

El resurgimiento de la ortodoxia y la tradición religiosas: a medida que el secularismo no logra proporcionar un marco moral convincente, la gente recurre cada vez más a la ortodoxia y la tradición religiosas como fuente de significado y propósito.

La erosión de la cohesión social: a medida que el secularismo promueve el individualismo y el relativismo moral, socava los valores y creencias compartidos que son esenciales para la cohesión social, lo que lleva al colapso de la comunidad y al aumento del malestar social.

Las razones detrás de esta erosión generalizada de la confianza institucional son múltiples. Por un lado, hemos visto una serie de escándalos y fracasos que han expuesto la corrupción y la incompetencia de nuestras instituciones. La conclusión es que la credibilidad de nuestras instituciones se ha visto grave e irreversiblemente comprometida.

En medio de esta crisis de confianza institucional, los cristianos tienen una oportunidad única de reconstruir la cristiandad ofreciendo una visión alternativa de la sociedad basada en los principios bíblicos de justicia, compasión y verdad. Esta visión no es de retirada del mundo sino más bien de compromiso y transformación.

El primer paso para reconstruir la cristiandad es reconocer que la erosión de la confianza institucional no es una crisis de instituciones per sé sino más bien una crisis de fe. La causa fundamental de esta crisis es el abandono de la cosmovisión cristiana que alguna vez formó la base de nuestra civilización. Como resultado, nuestras instituciones se han secularizado y han perdido su brújula moral.

Para reconstruir la cristiandad, debemos reconstruir y reevangelizar nuestras instituciones para restaurar la cosmovisión cristiana como fundamento de nuestra sociedad. Esto requiere una estrategia multifacética y multigeneracional que incluya lo siguiente:

Educación: Debemos invertir en una educación cristiana que enseñe la cosmovisión bíblica y proporcione a la próxima generación el conocimiento y las habilidades para involucrarse en la cultura y transformar nuestras instituciones.

Medios de comunicación: Debemos construir plataformas de medios alternativos que se basen en principios cristianos y ofrezcan una narrativa contraria a la cosmovisión secularista que domina los principales medios de comunicación.

Política: Debemos participar en el proceso político y abogar por políticas que reflejen la cosmovisión bíblica y promuevan el bien común.

Comunidad: Debemos construir comunidades cristianas fuertes que sirvan como modelos de la sociedad alternativa que buscamos crear y brinden un sentido de pertenencia y apoyo a quienes buscan vivir su fe en la plaza pública.

La erosión de la confianza institucional en todos los estratos de la sociedad es una crisis de fe que presenta una oportunidad de oro para reconstruir la cristiandad. Al reevangelizar y reconstruir nuestras instituciones para restaurar la cosmovisión cristiana como fundamento de nuestra sociedad, podemos transformar nuestra cultura y crear una sociedad más justa, compasiva y orientada a la verdad que refleje la gloria de Dios.

Pongámonos a trabajar.

Andrew Torba
CEO, Gab.com
Christ is King

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