Celia Rivas Casáis se llamaba y fue hija de, como no, inmigrantes gallegos que, después de mucho deambular por el mundo, Argentina, EEUU, Cuba, etc., volvieron a casa y se asentaron ya por fin, y también por la cantidad de hijos que tenían, seis, en los que nuestra protagonista era la cuarta del rebaño.
Gracias a que su padre que era mecánico y convirtió un coche accidentado en un camión de caja corta fue como empezaron en el ramo del transporte de pescado.
Celia se encargaba junto a sus hermanas de contratar los portes con armadores y comerciantes, hasta que se vieron obligadas a sustituir el viejo camión por un Chevrolet de chasis largo, importado de Estados Unidos.
Celia se presentó voluntaria ante su padre para sacarse el carnet y llevar el negocio familiar en una época en la que este se encontraba enfermo. Recibió su permiso de conducción de primera en 1932, examinándose en la ciudad de La Coruña. Se convertiría así en la primera mujer española con carnet de camión.
A pesar de ayudar tanto a nacionales como a republicanos de nuestra guerra civil, así como a combatientes aliados de la segunda guerra mundial, llegó un día de 1936 en el que le requisaron su camión que, como no quería que se lo destrozaran se ofreció voluntaria para conducirlo y así fue como se unió al bando Nacional para transportar soldados y a la que destinaron al frente de Mérida.