El empresario español

Empresario español
Por Esteban Rivera

El empresario y el empleado son la relación laboral en que uno emplea al otro y le paga un salario por ello.

El empresario gestiona su producción o desarrolla su actividad invirtiendo en sus equipos, materiales y vendiendo su producción o actividad paga a sus trabajadores y obtiene un beneficio.

¿Facil ,no?, pues no.

Según la cultura Española, el empresario vende sus productos o actividad a precios ridículos que es la única forma que tiene de competir dada su ineptitud y falta de profesionalidad. Aquí a cualquiera se le permite ser empresario sin ninguna preparación y con tener buena jeta y pocos escrúpulos vale. Después ahogado por el mercado de chanchulleros como él y viendo que no puede seguir con ese ritmo de vida, ese estatus que claramente no se merece empieza a robar a sus empleados recortándole sueldos y complementos que legalmente le pertenecen. Lloran por los rincones burocráticos como las falsas plañideras, solicitan subenciones y ayudas financieras, a otros chanchulleros déspotas y sin ninguna ética o profesionalidad como son los políticos, los funcionarios y entidades financieras. Al currito le niegan una beca, un crédito y si no paga le embargan el piso, el coche, la nómina, a éstos «empresarios» les amplían el credito, les refinancian un crédito con otro, le dan un ere o una subvención y apañau entre «egipcios» no hay problema, unas señoritas, unos wiskies y un poco de aspririna machacada y trato cerrao.

Mientras tanto los empresarios de verdad y los chóferes se comen todas las caquitas que éstos políticos corruptos, funcionarios incompetentes y empresarios ineptos van dejando por los rincones.

Ahora que han chupao tanto del bote que ya se ve la chapa del culo, buscan nuevos mercados de esclavos con sus empresas «buzón»,sus cabotajistas ilegales que debido a la precariedad y pobreza de sus países se agarran a un clavo ardiendo. Claro que todo esto no sería posible sin la ayuda de los políticos corruptos, los funcionarios incopetentes y las entidades financieras que en otros tiempos jugaron al «egipcio» y ahora juegan al «griego».

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